La neurociencia corrobora los principios espirituales y operativiza herramientas de enfoque para entrenar la mente y ser más conscientes en la toma de decisiones.

Los tres elementos básicos son enfoque, concentración y atención.

1.- La atención consciente es estar presente aquí y ahora y ello implica estar abierto/a a la experiencia y a los hechos. Tener la mente centrada en el presente, no en recuerdos del pasado, ni en proyectos de futuro. Aceptar el presente tiene implícito que tu cerebro necesita más energía. Cuanto más atención visualizo con más detalle, pero biológicamente estamos programados para mecanizar, automatizar hábitos. ¿Cuántas veces estamos conscientes en nuestro día a día? La herramienta más potente para la atención plena es modular la respiración. La respiración es el ancla de la atención plena. La aceptación implica no juzgar, no etiquetar, sólo estar y aceptar lo que está ocurriendo. Si juzgo algo, no puedo aceptarlo. Cuando consigues observar algo desde fuera, no lo juzgas, lo ves desde una posición de informador.

Si tienes que actúa, hazlo, pero no desde un patrón automático. Se consigue empatía con los demás, pero desde el equilibrio, no desde la reacción. Ayudar desde la aceptación e irnos desapegando de nuestras emociones para gestionarlas y controlarlas.

Juzgar desencadena reacciones químicas que nos desestabilizan y a las que después deberemos sobreponernos con estrategias más o menos afortunadas.

2.- La concentración consciente consiste en destellos de inspiración, ideas felices que emergen como pensamientos laterales y que fisiológicamente correlaciona con las ondas gamma. En estos momentos se crea nuevas conexiones neuronales con los que adoptar una nueva perspectiva para utilizar e incrementar nuestros recursos mentales de manera alternativa, aportando un dinamismo que solventa la resistencia al cambio de nuestro cerebro.

En esta línea, debemos revisar nuestras verdades absolutas porque creamos lo que aceptamos, y revertir la capacidad de concentración de una tarea optimizada puede cambiar tu vida, porque el aprendizaje crea nuevas conexiones neuronales.

3.- El enfoque consciente y un entrenamiento modelar físicamente el cerebro. Según en qué esté enfocando se reforzarán unos circuitos neuronales y otros. Vamos a utilizar las herramientas en el lóbulo prefrontal, donde se hospeda el liderazgo, entre otras competencias.

A nivel neurológico hay muchas más conexiones desde las emociones hasta el pensamiento consciente que en la dirección inversa, por ello, podemos sufrir “secuestros amigdalares”. Esto es, debemos crear más conexiones con las que satisfacer nuestras necesidades emocionales de manera satisfactoria para nuestro ser. De este modo, la identidad física que me define como persona se va equilibrando con más empatía hacia los demás y la percepción de espacio y tiempo se relativiza.

La identidad se basa en tus creencias, las cuales se alojan en el lóbulo parietal, y con ello creamos la realidad. Con la meditación vamos a abordar nuestros subconsciente sin pasar por la identidad. Se trata de entrenar el lóbulo prefrontal para que conecte con las partes evolutivamente más antiguas de nuestro encéfalo.

El encéfalo se puede dividir en tres partes:

a.- corteza cerebral, neocortex o cerebro pensante

b.- cerebro mamífero o emocional, medio o límbico.- es la zona de la telepatía

c.- cerebro reptiliano, cerebelo, mente inconsciente; el “guardián de la puerta” a nivel espiritual. Con el cerebelo nos conectamos al inconsciente colectivo, es el que te quiere proteger y toma el control en situación de peligro para reacciones. Ahí está también tu observador cuántico que es el que colapsa tu energía, tu realidad.

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