Tomar conciencia de todo lo que ya hemos recibido, de todo lo que ya tenemos, es una emoción positiva que podemos cultivar, entrenar, y optimizar para ser capaces de identificar oportunidades que nos lleven a éxitoscomo los que ya hemos tenido. Las personas satisfechas resultan socialmente atractivas, quizás por las reminiscencias de los dioses griegos, dignos de admiración por su vida apartada de los mortales, quizás porque realmente una actitud positiva contagia optimismo y ayuda a que los que te rodean lleven sus tareas con más ligereza. La satisfacción personal tiene un gran influjo motivacional.
El gran poder que tienen las imágenes, como inspiradoras, como metas, hace que las creencias compartidas nos impliquen unos con otros, a modo de colmena interconectada, o tomando el paralelismo de las redes sociales, como comunidades virtuales con un objetivo común. Aunque cada uno también puede crear una imagen a medida de lo que pretende conseguir. Es posible que nuestro rol sea dar el paso y alcanzar una respuesta que facilite la vida a los demás, pero también es posible que nuestro mejor ser sea el que inspire a otra persona a innovar y beneficiar a todas las demás.
Aquello que representas, se convierte en realidad, porque la imagen es un importante criterio para interpretar la realidad. Y la profecía autocumplida es casi inevitable. Si representamos una posible interpretación como verdadera, la forma que tenemos de percibir identificará datos que corroboran nuestra hipótesis. Por ello, dar las gracias por lo que ya has recibido, te hará consciente de todo el potencial que tienes a tu alcance, puesto que tus esquemas encontrarán las piezas que precisan para completarse. De ahí que sea tan importante tener definido qué queremos alcanzar, porque lo hayamos definido con mayor o menor consciencia, nuestra forma de pensar nos conducirá a nuestras metas, aunque no las hayamos decidido con serenidad.
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