El proceso me ha aportado reflexión interior, para conocer mejor las manifestaciones de mi ego, sus máscaras. También me ha aportado el que no es bueno reprimir las emociones, sino manifestarlas, y si pueden hacer daño a otra persona, hacerlo desde mi punto de vista y con respeto.

Además, este proceso se ha significado por la búsqueda del equilibrio, algo que todavía no he encontrado, pero sigue siendo mi trabajo continuo. En resumen, digamos que conozco más herramientas para saber identificar y diagnosticarme lo que me ocurre emocionalmente, aunque el poder “del lado oscuro” (el ego) es inagotable y tenaz.