En octubre del año pasado mi jefa nos reunió a los 6 trabajadores de la empresa para comunicarnos que, a no ser que nos comprasen, debía cerrar, mandándonos al Fogasa. Mi identificación con mi trabajo era tan grande que lo viví como una catástrofe, dándole extremado valor a mi historia personal (con el tiempo extra invertido, las horas intempestivas de volver de viaje, siempre luchando… y ¿así me lo agradecen?..bla, bla, bla). Mi cabeza no paraba de cambiar vertiginosamente de un pensamiento a otro, cada cual más acelerado y negativo, mi cuerpo estaba tenso, tenía un nudo constante en la garganta y no paraba de comer compulsivamente.

Unos dos meses después, aún en el filo de la navaja, conduciendo desde la oficina a casa, tuve un momento de lucidez. Mis pensamientos cesaron, sólo escuchaba el silencio y, mirando los rayos del sol asomarse tímidos entre las ramas de los árboles, mi cabeza cambió. En ese fugaz instante fui consciente de que la vida era algo más, de que yo era algo más que la situación por la que estaba pasando. Durante toda ella había tenido la sensación de estar huyendo de mi mismo y en aquel preciso instante me di cuenta de que en verdad ya había escapado, me había ido, del verdadero Juanma no quedaba nada.
Cuando llegué a casa mi mente había vuelto al estado de inquietud constante; pero la imagen de aquel momento volvía recurrentemente entre la tormenta de pensamientos. Me fijé el objetivo de buscar ayuda. Aunque ya era asiduo lector de autoayuda y alguna vez había ido al psicólogo debido al estrés, sabía que necesitaba otra cosa. Sondeé la red en busca de recursos y, casualidad o no (ahora creo más que no), di con la página de David, envié un email y quedamos para la primera sesión gratuita.
Mi empleo es en el campo de la ingeniería y por ello tengo una mente muy analítica. ¡Lo que descubrí sobre mí en esa primera sesión me alucinó! ¡Mis pautas de pensamiento eran tan predecibles! ¡Casi matemáticas! Pero lo más increíble es que ¡nunca me había percatado de ellas! Tenía que seguir ese camino. ¡Tanto huir y la clave estaba en reencontrarme!
Las sesiones continuaron y descubrí momentos en mi vida que marcaron leyes rígidas en mi mente, mentiras que únicamente ponían un velo sobre mi mirada. Descubrí cómo había cedido mi poder personal ¡prefiriendo el rol de víctima al de hacedor de mi vida! Descubrí a la persona que siempre había estado dentro de mí, esperando el momento de que me decidiese a abrazarla y con responsabilidad y consciencia seguir el camino que siempre había marcado mi corazón.
Gracias a David he vuelto a nacer. Sus sesiones han sido claras, concisas, yendo al grano, haciéndome consciente de las cosas de una forma que únicamente podía provocar un cambio en mí.
Así que ahora no puedo más que dar gracias a las circunstancias por mostrarse de la forma en que lo hicieron, dándome un empujón necesario; y a David por convertir ese empujón en un cohete impulsándome a la mejor versión de mi mismo.
Ahora vivo una vida maravillosa y sé que mi música no morirá dentro de mí. Gracias.