Llegué al consultorio de David desde muy lejos, por circunstancias de la vida que me pusieron ahí. Me encontraba en la peor depresión que había sufrido jamás, sesiones con mi psicóloga-psiquiatra no eran suficientes y mis ataques de llanto eran cada vez más constantes. No sabía bien a bien qué era el coaching, lo único que tenía cierto es que un gran amigo había pasado por un proceso igual de doloroso y que luego de un tiempo de no verle, ahora le encontraba estupendo, con otra actitud ante la vida, con otra vibra, todo él reflejaba un bienestar y una “comodidad” consigo mismo que no sé cómo explicar, simplemente era evidente. Él, mi amigo, me contactó con David.

Como estaba de visita en Madrid, pude tomar la sesión gratuita, no recuerdo bien a bien qué fue lo que yo conté ese día, pero sí cada palabra de lo que él me dijo. Lloré y tenía miedo de hacerlo, pues pensaba que luego no podría parar; sin embargo, mi coach ya desde entonces, me fue llevando de la mano hasta calmarme. Salí de ahí más tranquila y con una serie de reflexiones ya no sobre “él”, el aparente motivo de mi “desgracia”, si no sobre mí misma.

Después de un tiempo que regresé a México, inicié las sesiones de coaching a distancia; fue muy duro encontrar cosas perdidas en mi subconsciente que me hacían mucho daño y que me habían llevado por un camino de decisiones erróneas constantes, en particular al momento de elegir una pareja. Mi resistencia a comprenderlo fue grande; sin embargo David me guió cálidamente y, además, me ayudó a no ser tan severa conmigo misma y con los demás; a quererme de verdad; a arropar a esa niña miedosa y abandonada que vivía en mi mente y sobre todo, a perdonar y a perdonarme.

Fue absolutamente revelador y sanador. Gracias, David.

Mentiría si dijera que los fantasmas no regresan de repente y hacen tambalear mi ánimo, pero igual, de alguna u otra forma, regresa la voz de David, alguno de sus consejos, o él mismo aparece en la red para darme nuevamente la mano y ayudar a encontrar mi centro, aún sin proponérselo.

A casi un año de haber iniciado la aventura de adentrarme en mí de la mano de David, sólo puedo decir gracias y que sigo aprendiendo de mis emociones y de la mujer que soy ahora.